Cómo regar tu césped: 10 consejos sencillos

Tu césped es un ser vivo que necesita agua de forma regular. Como la naturaleza en muchas ocasiones no te va a ayudar, debes asegurarte de que el agua le llega mediante el riego artificial. Es importante que lo hagas de forma correcta, porque un césped bien regado tendrá vivacidad, volumen y elasticidad, se recuperará bien de las pisadas y será robusto frente al clima, los insectos y las enfermedades.

Para hacerlo bien, debes conocer la respuesta a tres preguntas: ¿cuánto?, ¿cuándo? y ¿con qué frecuencia?

Y no es trivial, porque las tres dependen de varios factores.

En cualquier caso, en casi todas las situaciones será suficiente con que apliques los siguientes 10 consejos sobre cómo regar tu césped.

cómo regar tu césped

10 consejos sencillos sobre cómo regar tu césped

1. Riega temprano

El mejor momento para regar es el amanecer, sobre todo en verano. A esas horas el sol y el viento suelen ser más suaves, por lo que el suelo puede empaparse y absorber el agua antes de que se evapore.

¿Y si el riego tiene que ser por la tarde? Entonces lo mejor es que lo hagas un par de horas antes del anochecer, para que dé tiempo a que las hojas del césped se sequen completamente.

Los riegos nocturnos dejan a las plantas más expuestas a enfermedades, por lo que no son recomendables en ningún caso.

2. Riega abundantemente y de forma espaciada

El riego perfecto debe humedecer el suelo hasta la raíz, pero cuidando de no hacerlo en exceso para no asfixiarlo.

Lo mejor es que hagas riegos abundantes y espaciados, en vez de superficiales y frecuentes. ¿Por qué? Porque es necesario que el suelo absorba una cantidad de agua suficiente para humedecerlo hasta las raíces. Y es necesario también que esté seco cuando inicies el siguiente riego.

Para ello, la cantidad de agua recomendada es de 20 milímetros por cada riego, que equivalen a 20 litros por metro cuadrado.


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3. Usa la vara de medir

Para comprobar si has regado lo suficiente, puedes hacer alguna de las siguientes cosas:

– Coloca varios recipientes de paredes rectas (latas de conservas o de algún refresco o tazas o vasos cuyo lateral sea recto) a diferentes distancias de los aspersores y comprueba cuánto tarda el agua en llegar a 20 milímetros en cada una de ellas. Luego calcula la media y ese es el tiempo que debes dejar corriendo el agua cada vez.

– Otra opción es regar tu césped un rato (de 15 a 30 minutos), meter luego una pala o destornillador en el césped, inclinar hacia adelante y comprobar si la tierra de la abertura está mojada hasta unos 10 o 12 centímetros de profundidad. Si no, sigue regando y haz la comprobación unos minutos después. Cuando veas que la tierra está mojada hasta ese punto, sabrás el tiempo que debes dejar funcionando el sistema de riego para humedecer hasta la profundidad necesaria.

– También puedes hacer un cálculo previo si conoces el caudal que suministran tus aspersores. Multiplica los metros cuadrados de la superficie que quieres regar por 20 litros y divídelo por los litros por hora que proporciona en conjunto tu sistema de riego. Asumiendo que los aspersores están distribuidos de forma homogénea te saldrá el tiempo, en horas, que debes estar regando.

4. Varía según las estaciones, calor y lluvia

Podemos definir una regla general para un césped normal ubicado en un clima seco y cálido.

Una frecuencia de riego razonable como punto de partida podría ser:

  • invierno: una vez al mes, y sólo si no llueve lo suficiente
  • primavera: ve aumentando la frecuencia hasta hacerlo cada dos días
  • verano: cada día
  • otoño: un par de veces por semana, modulando en función de la lluvia

5. Varía según el tipo de suelo

El tipo de suelo influirá en cosas como la rapidez de penetración del agua en él, su capacidad de preservación y la rapidez de pérdida de agua por filtración, absorción o evaporación.

Como regla general para regar tu césped:

  • Si la tierra es arenosa necesitarás regarlo con más agua de la normal
  • Si la tierra es arcillosa y compacta necesitarás regarlo con menos agua de la normal

6. Varía según disposición del terreno

La ubicación, orientación y distribución del césped en tu jardín o su cercanía a elementos externos como una piscina o una construcción, muro o camino también pueden afectar al comportamiento de tu césped y a sus necesidades de agua.

  • Si el césped está en zonas de pendiente o cercanas a una construcción o camino: necesitarás regarlo con más agua de la normal.
  • Si el césped está en zonas de nivel bajo (hondonadas o depresiones) o de sombra: necesitarás regarlo con menos agua de la normal

7. Si está nuevo, riega poco y frecuentemente

Si el césped está recién sembrado, le conviene humedad constante. En este caso es mejor un riego escaso y frecuente. Riégalo 2 o 3 veces al día, humedeciendo entre 2 y 5 centímetros de suelo (las raíces son más cortas), sin encharcar.

Cuando el césped haya crecido hasta unos 4 centímetros ve disminuyendo la frecuencia y aumentando la cantidad.

8. Si se encharca dale tiempo

Si hay partes del jardín que se encharcan durante el riego puede estar ocurriendo que al suelo no le esté dando tiempo a absorber el agua según la recibe.

En este caso intenta regar en ciclos más cortos. Por ejemplo, 10 minutos de riego, 10 minutos de descanso, 10 minutos de riego… hasta que se cumpla el tiempo de riego necesario.

9. Mejor no llegar que pasarse

El césped no resiste igual el exceso que la escasez de agua.

  • Cuando el césped está regado en exceso, el suelo se compacta y endurece. No se airea ni drena bien, por lo que las raíces se pueden pudrir y morir de asfixia. Además, el exceso de agua hace que el suelo vaya perdiendo nutrientes, sobre todo en suelos arenosos y se favorece la aparición de hongos. Todo esto es mortal para tu césped.
  • Cuando está regado con escasez, crece más lentamente y se vuelve amarillento y pajizo. En la mayoría de los casos entra en un estado de latencia que le debilita pero le permite sobrevivir un tiempo hasta que vuelve la cantidad de agua necesaria.

Como ves, tu césped seguramente aguantará más tiempo una escasez de agua que un exceso de ella. Por ello te recomendamos que ante la duda, riegues el césped con menos frecuencia y cantidad y vayas observándolo y ajustándolas en función de lo que veas.

10. Échale un ojo

Pero si todo lo anterior te parece muy complicado… lo mejor es que te fijes en cómo está realmente tu césped y que vayas ajustando la frecuencia y cantidad de riego en función de ello.

  • Si lo ves de color verde intenso, las hojas están tiernas y elásticas y se recupera rápidamente de las pisadas: el césped está estupendo y no necesitas cambiar nada en tu forma de regarlo.
  • Si lo ves de color verde pálido o amarillento y las hojas están tiernas y blandas: el césped seguramente está regado en exceso. Conviene que disminuyas la frecuencia de riego.
  • Si lo ves apagado y quebradizo, está seco, las pisadas quedan marcadas y el color pasa de verde azulado a marrón quemado y de ahí a color paja: el césped necesita más agua. Conviene que aumentes la frecuencia del riego o la cantidad, asegurándote de que el agua llega a las raíces como hemos comentado anteriormente.

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